Si hay dos deportes por excelencia en la ciudad de Chicago (EEUU), ésos son el futbol y el baloncesto. Pero si no os fascina el basket y visitáis Chicago, os recomiendo lo siguiente: ir a un partido de béisbol. No es que sea lo más divertido del mundo (de hecho, después de la primera media horita, un partido de béisbol es realmente aburrido) No obstante, lo que «mola» de ir al béisbol (que he de confesar que desconozco si es muy caro o no, porque, como ya os indiqué en posts anteriores, era parte de mi plan de intercambio con EEUU de hace tres años) es disfrutar de una experiencia tan sumamente americana.
De (como ya os expliqué una vez) los mensajes en la pantalla gigante del estadio tipo: «Sarah, te amo, ¿quieres venir al baile de primavera conmigo?», de las hiper-mega-super grasientas patatas+hamburguesas que venden a la entrada, de los señores jugadores beisboleros corriendo de un lado para otro del campo sin que los simples mortales sepamos la razón, de los aficionados americanos gritando a no-se-qué y a no-sé-quién como locos… En definitiva, del ambiente.
Y si ya vais a ver el partido (tal y como hice yo) con gente americana que os expliqué de qué va un poco la cosa, mejor que mejor.
Pero, sin duda, lo que más me gustó de todo fue poder comprar la típica mano gigante de gomaespuma de las películas americanas y agitarla en el aire cuando pasaba algo interesante en el partido (aunque no supiera muy bien qué exactamente)
Aún la conservo, como podéis comprobar en la foto . Jajajajaja
Ahora el estudio universitario me reclama, así que hasta aquí mi recomendación de hoy: ir a un partido de béisbol en Chicago (si tenéis la suerte de viajar a Chicago, que es una maravillosa ciudad, por cierto)
¡Hasta la próxima!
PD. Como os dije en la entrada anterior, aún no sé sobre qué ciudad ni sobre qué recomendación hablaré la próxima vez. Pero… ¡ya lo descubriréis!