Soy consciente que esta recomendación así, a primera vista, parece un poco… No sé, siniestra.
¿A quién se le ocurre recomendar visitar un campo de concentración donde ocurrieron hechos sumamente desagradables y dramáticos? En cierto modo sí lo es (una recomendación siniestra), ya que visitar un campo de esas características no es el plan más «normal» para un día en familia, por ejemplo.
Pero se me antoja una experiencia tan increíble y desgarradora, que no podía dejar de recomendarla desde aquí, sobre todo a esas personas que aman la Historia. Bueno, en realidad, a todo aquél que tenga curiosidad por saber hasta qué límites puede llegar la maldad humana… A mí personalmente, visitar un campo de concentración me marcó profundamente. Pero para bien. Es uno de esos momentos en los que uno se da cuenta de que está madurando. Entender lo que importa, lo que no… Valorar lo que tienes.
Y es que en verano no todo van a ser risas y jajaja, hay tiempo para todo, incluidas este tipo de actividades «profundas». Y si no, sería conveniente no moverse de Benidorm y alrededores.
Por tanto, si visitáis Alemania, no os perdáis el ir al campo de concentración de Dachau (es el que yo visité) o a algún otro (desgraciadamente, hay muchos para elegir) El de Dachau en concreto, no está excesivamente lejos de Múnich si vais en coche y como os he dicho, es algo verdaderamente recomendable. Para que entendáis un poco mejor de qué va el asunto, os dejo un extracto de lo que escribí en mi diario tras visitar Dachau:
«Simplemente al entrar, el silencio reinante ya da escalofríos… Y según se recorre el largo camino con piedras hasta la puerta del campo, se puede incluso sentir todo el dolor y el sufrimiento allí concentrado. Es como si estuviera en el aire o en el ambiente… Es una experiencia única, pero de verdad.
Cuando se comienza a caminar por el campo y visitar las distintas estancias del terror en las que aún se conservan algunos de los instrumentos de tortura utilizados por los nazis e incluso enseres de los ex-presos del campo, es realmente como si se estuviera reviviendo todo lo allí vivido…
El momento en el que entramos a ver el crematorio fue ya…
Se siente algo indescriptible, como una extraña rabia que nos hace preguntarnos cómo es posible que ocurriera algo así… Es una experiencia que te remueve por dentro. Y al irte, te das cuenta que algo en ti ha cambiado. Ayuda a que te replantees algunas de tus prioridades en la vida»
Espero no haberos deprimido o algo con mi entrada… Sólo quería demostrar lo interesante que resulta que me hagáis caso con esta recomendación.
¡Hasta la próxima!
PD. Este finde me voy de rélax a Las Landas y como siempre, y tal cómo os adelanté, cuando vuelva os contaré qué tal con todo lujo de detalles ;P
Hace poco más de un mes estuve en Dachau, precisamente. Tal como dices, se siente el dolor y la indignación en cada paso.
Saludos.
Así es. Gracias por comentar! 🙂
Saludos.