En el cruce de fronteras entre las actuales Francia y Alemania, sobre la enorme llanura ribereña del Rin, llegamos al puente de Breisach ,
uno de los puntos estratégicos del Camino Español, ya que era el único puente por el cual los Tercios podían pasar de territorio aliado (Austria y Baviera) a Alsacia y Lorena (entonces no pertenecientes al reino de Francia, ambos territorios eran aliados de España contra Francia y los protestantes alemanes). Breisach era el único puente sobre el Rin entre Estrasburgo y Basilea, y por lo tanto era punto obligado en el Camino Español, por cuyo uso y posesión dieron la vida varias generaciones de soldados, dejando asociado al «Puente de Breisach» un aura de leyenda bélica, ya que fueron muchas las veces que las potencias enemigas de España intentaron tomar la ciudad durante los siglos XVI y XVII, para así poder cortar el Camino e impedir la llegada de ejércitos y tropa de la Corona Española a Flandes o Alemania.
Fue el tercer Duque de Feria, Suárez de Figueroa y Córdoba, quién en 1633 obtuvo una importante victoria militar para las armas hispanas al reconquistar Breisach, después de haber tomado Costanza y Rheinfelden. En su tiempo, estos logros militares fueron considerados triunfos sonoros para la Corona, hasta el punto de que la representación de las mencionadas victorias decoró el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid.
El Duque de Feria fue un buen militar y alcanzó celebridad en su época. Tuvo una participación importante en la Guerra de los treinta años (1618-1648) cuando, en un intento de reabrir el Camino desde el norte de Italia, fue enviado a Austria en septiembre de 1633 con una pequeña fuerza. El Duque, con los restos del ejército bávaro que combatía a favor de los Imperiales, se dirigió hacia el oeste de Alemania, para ocupar Constanza y levantar el sitio de Breisach. En una audaz acción militar, el Duque de Feria consiguió vencer a las fuerzas del ejército sueco-alemán, comandado por el Mariscal Horn y por el príncipe Bernardo de Saxe-Weimar. Como decíamos, consiguió conquistar Breisach en 1633 para las armas españolas, logrando así que los ejércitos españoles pudieran seguir llegando a Flandes y a Alemania.
En la actualidad, Breisach es una ciudad interesante y muy coqueta para visitar, y una parada obligada en los diversos cruceros por el Rin que existen (y que os aconsejo), puesto que esta ciudad alemana de aproximadamente 16.500 habitantes, se encuentran ubicada a orillas del Rin, entre las ciudades de Friburgo y Colmar.
Así, además de recomendaros que os deis una vueltilla por Breisach, también os sugiero sin dudar que toméis unos de los muchos barcos que hay por el Rin y hagáis un crucero por dicho río. Hay cruceros para todos los gustos: de varios días, de un par de horas, en plan romántico, para familias, con paradas, con explicaciones en el barco, etc.
De hecho, yo casi siempre aconsejo en las ciudades donde existe la posibilidad, el hacer un crucero, ya que me encantan los barcos (¡no lo puedo remediar!), pero además es que suponen la excusa ideal para descansar un poco y “ver la vida pasar” (ya se sabe que la vida de turista puede ser muy estresante). En Breisach el crucero es ya una obligación.
Respecto a qué ver en Breisach una vez que nos bajamos del barco, encontramos: en primer lugar, el puente sobre el Rin, que enlaza la ciudad con Neuf-Brisach (Alsacia); la Puerta del Rin (Reinthor) ;
el museo de Historia, que alberga piezas de épocas comprendidas entre la Edad de Piedra y el presente; la Radbrunnenturm (torre de la fuente), el Ayuntamiento; y finalmente, la catedral de Breisach, llamada de San Esteban, de estilo románico y que contiene un altar gótico de autor desconocido (sus iniciales están grabadas en el conjunto y son H.L.) y una pintura de Martin Schongauer.
Es recomendable asimismo desplazarse hasta lo alto de la colina (Münsterberg), ya que desde allí se observa todo el valle del Rin, así como la Selva Negra y los Vosgos. Las vistas desde la catedral son también impresionantes.
Como curiosidad final, sabed que una de las empresas de cava más importantes de Europa tiene su sede en Breisach, la Badischer Winzerkeller
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