Viaje a Las Landas: Parte I (Comienzo de la aventura)

Algunos dicen que los mejores viajes son aquéllos en los que viajas con la gente adecuada en el momento adecuado. Otros dicen que los mejores son los viajes en los que ves/haces un montón de cosas y llegas más cansado a casa de lo que saliste. La gente más «Mr. Wonderful» asegura que cuando más te ríes de viaje, mejor viaje está siendo. Y finalmente, están los que dicen (yo incluida) que los mejores viajes son aquéllos en los que tienes mil y una anécdotas que contar a tu vuelta.

Pues bien, cuando en tu viaje se han cumplido todas y cada una de las premisas anteriores es que de verdad ha sido un GRAN VIAJE.

Como sabréis, un viaje se disfruta antes, durante y después (no hay más que leer este post). Por eso, si te tiras dos meses deseando que llegue el viaje como si no hubiera un mañana, es imposible que algo salga mal.

Cuando mis tres amigas del máster y yo salimos hacia Las Landas el día D tras la hora de comer, la emoción en el ambiente era más que palpable. Íbamos en el coche deseando llegar, y al cruzar la frontera y ver que en Francia despuntaba el sol, no cabíamos en nosotras de felicidad. ¡Nos esperaba la playa!

Cuando comenzamos a vislumbrar Vieux-Boucau, ellas se sorprendieron por el encanto de este pequeño pueblito. Yo respiré aliviada como el que vuelve a casa y descubre que todo sigue igual que cuando se fue.

Nada más hacer el check-in en el hotel, que la verdad estaba bastante bien (pese al mal Wifi), y tras descubrir que las dos habitaciones que nos habían dado estaban comunicadas (no sabéis las risas que nos iba a procurar eso), nos fuimos a la playa como alma que lleva el diablo.

Según íbamos recorriendo los escasos metros desde el hotel (que estaba en un punto intermedio entre el centro del pueblo y la playa) a la famosa playa de Vieux-Boucau, mi emoción iba in crescendo. Cuando subimos la pequeña cuesta que da paso a la playa, un «Oooh» conjunto se nos escapó de la boca.

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La playa de Vieux-Boucau es una preciosidad a todas horas, pero con la luz de los rayos de sol de final de tarde estaba realmente alucinante. Corrimos a aposentarnos en un lugar estratégico de la playa y ya por fin comprendimos: ¡Estábamos de vacaciones! Y todas juntas 🙂

Llegó entonces la hora de las fotos (a absolutamente todo), de los baños con revolcones de olas incluidos, a los «ay, pero qué bien se está», las miradas de complicidad ante la presencia de algún surfista, las bromas, los planes por realizar en los siguientes cuatro días… Y las risas, muchas risas (y esos audios para la posteridad XD).

 

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Yo soy la del flequillo y el pelo mojado, jeje.

Por la noche, y tras arreglarnos (como van a salir estas veinteañeras tan presumidas sin chapa y pintura XD) dimos una vuelta por los alrededores del lago marino y les enseñé a las chicas el mágico lugar por detrás del mismo en el que cuando se pone el sol sobre el agua, con la playa (donde al día siguiente nos quemaríamos de lo lindo) de fondo y las casitas a un lado, y la pequeña islita del lago enfrente, a una le da por pensar que la vida es bella.

Completamente relajadas, mis amigas me confesaron que tenía razón cuando un mes atrás, estando aún en clase, no dejaba de asegurarlas que Vieux-Boucau es precioso y que les iba a encantar.

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Tras ese momento zen, cenamos en una agradable pizzería con un concierto de reggae de fondo (en Vieux-Boucau en verano todos los días hay algún acto/concierto/baile) y puede que brindáramos por nosotras y yo dijera alguna cosa sensiblera sobre nuestra amistad y sobre lo agradecida que estoy de haberlas conocido en el máster. Pero sólo puede ;P.

Tras la cenita y un helado (que la vida no está hecha para contar calorías), nos fuimos a la cama a descansar, no sin antes no dejar de reír hasta la una de la mañana: que si no hay wifi en las habitaciones, que si sacamos unas sillas a la terraza y tratamos de subir las primeras fotos a Facebook sin mucho éxito, que si levanto el ordenador así se cargan… Jajajajaja.

A la una y pico, y con los vecinos de terraza supongo que hasta las narices de nosotras, nos metimos en la cama (dos en cada habitación) y nos dormimos ajenas a lo que nos esperaba al día siguiente…

Y que os contaré en el próximo post.

No es por tirar un cebo tipo programa de cotilleo, pero no os perdáis las aventuras de cuatro españolas en las fiestas francesas de Bayona. Aún hoy me muero de la risa cada vez que cuento todas las anécdotas de esa noche a algún amigo/compañero/conocido/familiar que nos se las conozca ya de memoria de las veces que las he referido.

¡No os lo perdáis! Jajajaja

¡Hasta la próxima!

PD. Espero que la vuelta al «cole» os haya ido muy bien a todos 🙂

Acerca de AGRO

Me gusta aprender. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que viajando?
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17 respuestas a Viaje a Las Landas: Parte I (Comienzo de la aventura)

  1. Alize dijo:

    Preciosa foto de la playa 😉
    Ya espero impaciente el segundo capítulo jejeje
    ¡Besotes!

  2. Me alegra mucho escuchar que hayas tenido un Gran Viaje!
    Abrazos

  3. Rebeca dijo:

    Los viajes de chicas son siempre demasiado divertidos!!!

  4. elhund dijo:

    Me morí de risa con esta expresión: «nos fuimos a la playa como alma que lleva el diablo» Jajaja… Que buena experiencia!

  5. RICHARD dijo:

    MUY BUENO TU CONTENIDO GRACIAS GUAPA BENDICIONES SALUDOS DESDE REPUBLICA DOMINICANA

  6. María José García Maldonado dijo:

    Qué chulo, es precioso! Qué envidia 🙂

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