¡Hola a todos!
Hoy inauguro oficialmente la sección de mis anécdotas viajeras, que sinceramente creo que os va a gustar… 🙂 Como sabrán los que me conocen, ¡soy la reina de las anécdotas!
Quiero empezar por una de las más recientes, en Suiza, pero no por ello menos graciosa… Si no, más bien, todo lo contrario… Jajajaja.
Primero, os pondré en contexto: Viajé a Suiza a finales de mayo con una de mis mejores amigas. A las dos nos gusta bailar ritmos latinos cosa mala… Siempre que salimos lo petamos y la gente se queda alucinada del ritmo que tenemos, sobre todo para ser del Norte. Y con los chicos, digamos que no tenemos problemas para ligar… Jejeje.
Siempre que salimos juntas de fiesta, nos ocurren mil anécdotas, ya sea de viaje o aquí en Madrid. La mayoría son super graciosas e incluyen a diversos tíos que nos entran de las maneras más diversas…
Pero volviendo a Suiza, teníamos previsto pasar 3 días allí, que al final fueron 4 por cuestiones que ya os contaré… Pues bien, habíamos planeado que, tanto la noche del viernes como la del sábado, íbamos a salir a darlo todo. Como siempre digo yo, ya dormiremos cuando estemos muertas. Dormir está sobrevalorado XD
Y como nos encanta bailar reggaeton y derivados, servidora se había encargado de buscar discotecas que pusieran reggaeton, tanto en Ginebra como en Lausana. La verdad que no fue difícil… Flipé con la variada oferta de discos latinas en Suiza. Incluso contacté con las discotecas por Messenger de Facebook antes de viajar a Suiza para preguntar dónde había que comprar las entradas. Previsora que es una.
Así que allá que nos dirigimos mi amiga y yo el viernes por la noche… Y es que, al poco de llegar a Suiza, ya estábamos yendo al «Club Montecristo Imperius Reggaeton», que, como su nombre indica, es la discoteca latina por excelencia en Ginebra. Nosotras somos así de atrevidas: no conocemos la ciudad apenas, ni el ambiente que hay, y nos lanzamos a disfrutar de la noche… Qué c***, somos jóvenes, ¡habrá que disfrutar! Y teniendo Internet en el móvil todo es más fácil (y seguro 😉 ).
Cogimos un Uber que nos dejó en la puerta de la discoteca, que tampoco nos vamos a arriesgar a lo tonto…. El conductor sabía castellano, por lo que el viaje fue divertido. El tipo estaba un poco loco y se iba quejando todo el rato de los demás coches y de los viandantes. En un momento, casi atropella a un cojo y sólo se le ocurre decir, entre risas: «A ver si le fastidio la otra pierna al cojo con la tontería y la liamos…». Jajajaja, qué bruto.
Total, que llegamos a la discoteca y voy yo todo digna hacia los porteros a preguntar (en francés, por supuesto, que por algo trabaja una en una institución franco-española XD) cómo podíamos comprar las entradas de la disco.
Es decir, les pregunté por «les tickets». Y se empiezan todos a reír, los bigardos de dos metros, y uno de ellos me dice con voz de pito, supuestamente imitándome a mí ¿sabes?, que tengo voz de camionero, «les tickets, les tickets…». Entonces, les espeto en perfecto y borde castellano: «A mí no me vaciléis, ¡eh!». Y debe ser que mi cara de mala hostia les infundió respeto, pero, al momento, el más vacilón de los porteros me estaba llevando junto a mi amiga al lugar donde comprar las entradas (que por cierto vaya caras que eran las entraditas…).
Lo cierto que la disco estaba genial, tenía dos plantas y en la planta de abajo, dentro, había hasta palmeras tropicales… El sitio también contaba con una barra gigantesca y en sus paredes colgaban las fotos de los cantantes de reggaeton que habían estado allí… Y la verdad es que habían estado todas las estrellas internacionales del género, tipo Nicky Jam y Karol G. Montecristo estaba francamente bien y la música también nos gustó mucho. El Dj estaba al día de todas las novedades de reggaeton y combinaba los éxitos francófonos con las canciones latinas y españolas más de moda.
A la entrada nos encontramos con una sevillana qué trabajaba en Amazon, muy simpática ella, y por sus vestimentas ya vimos el estilo que se llevaba en el Montecristo.
Iban todas medio en pelotas con ropas super apretadas en plan sexy… Muy elegantes no iban no…. Pero bueno, eso era de esperar en una discoteca latina de Ginebra. Dentro había latinos, por supuesto, muchos españoles y, para mi sorpresa, también bastantes suizos. Se les reconocía básicamente por los pelos más rubiascos y los ojos claros.
Pensé que los que más peligrosos serían los españoles y los latinos, pero me equivoqué bastante, cómo descubrí a lo largo de todo el viaje por la Suiza francófona. Los suizos y sus piropos tienen tela… Por decirlo finamente, jajajaja. Pero eso os lo contaré en el próximo post. Seguro qué vais a alucinar como yo lo hice… Jejeje.
¡Hasta la próxima!
Me encanto tu histoia espero el próximo post
saludos
Gracias, jejeje. Un abrazo!
Jajajaja!! Ya quiero conocer los piropos de los Suizos!
Jajajajaja, en unos días os pongo la segunda parte!! 😜
Estaré al pendiente, que me he picado con tu anécdota 😬
Jejejeje, yo creo que la espera valdrá la pena… Es mi anécdota estrella últimamente, jajajaja.
Estás de suerte, al final he tenido tiempo hoy y voy a publicar la segunda parte de la historia en unos minutos… ;D
Me quedé con ganas de seguir leyendo. Te sigo en el siguiente post haha que yo soy latina-europea y me he topado con cada cosa haha
Jajajaja, ya lo tienes colgado! Ya me contarás, que seguro que te sientes identificada jajajaja ;P