Hola a todos,
Hoy procedo a continuar con el relato de las accidentadas y surrealistas (pero divertidas ;P) experiencias de cuatro chicas (tres vascas y una asturiana) en fiestas de Bayona (Francia) este verano…
Me quedé en que acabábamos de llegar a Bayona después de superar un viaje en el autobús del infierno, y que tras ver un poco el desfile, nos dispusimos a cenar los bocatas que habíamos traído desde Vieux-Boucau.
Pues bien, nos sentamos en un pequeño parquecillo junto a las atracciones y allí empezamos a comer. Creo que no eran las 23h todavía. Yo tenía un dolor de tripa del demonio, así que estaba bastante incómoda allí sentada y comiendo un bocadillo, además.
No sé si fue por ese malestar momentáneo, y por lo que habíamos vivido en el bus las dos horas previas, pero el espectáculo que se estaba desarrollando ante mis ojos me estaba pareciendo dantesco… Un chico metiéndose una raya en mitad de la calle, sin ningún pudor, con su novia al lado, más que tapándole, de vigilante; bastante gente muy (demasiado) borracha (aunque esto es habitual en fiestas de este tipo, no tanto a las 23h); un montón, pero un montón, de tíos venga a intentar «entrarnos»…
Que si uno pide un cigarro y aunque no tenemos, se queda de «charleta», que si otro cuenta que estuvo en Salú (Salou) y allí hay muchas chicas «calienteees», que si «qué guapas sois»… Yo ahí opté por hacerme la sueca que no habla francés, para que si nos iban a dar la brasa, por lo menos que se esforzaran en hablarnos en castellano (lo poco que saben).
Al de un rato, tras cenar, ya viendo que mi dolor de tripa iba disminuyendo y por no aguantar a los «moscardones», nos dirigimos al centro de la ciudad, donde se oía la música. Había una orquesta típica de fiestas, que para nuestra sorpresa cantaba muchas canciones en castellano e, incluso, en euskera. Ante este panorama más «agradable», nos relajamos y echamos unos bailoteos. Teníamos al lado a dos españoles que también andaban flipando con el gran repertorio en castellano que tenía la orquesta. Quién nos iba a decir que escucharíamos «lega-legalización, cannabis de calidad y barato» en Francia… Jajajaja.
De vez en cuando, se nos cruzaba algún «pasado» con el alcohol, pero bueno, eso siempre pasa en las fiestas de pueblo/ciudad; lo exótico es que en Bayona a las 24h ya estaban como a las 4 de la mañana.
Cuando ya nos cansamos de la música de la orquesta, que la verdad que estaba bastante bien, nos fuimos a la puerta de un bar, que con la música a tope (esta vez más de pachangueo) para toda la calle hacía las veces de txosna de Aste Nagusia. Allí nos pusimos en grupito cerrado (por si los «moscones», XD) y nos dispusimos a bailar los éxitos del verano. Sobre todo yo, que voy ya sabida, y me conocía de memoria todos los hits franceses del momento. Mis amigas disfrutaban de los éxitos más internacionales y miraban como yo lo daba todo con cada canción. Y es que yo tengo un don y ese don es el de saberme las letras de todas las canciones; lo que me hace disfrutar al máximo siempre que hay musiquilla de por medio… Jajajaja.
Durante el rato que anduvimos bailoteando, se nos iban acercando de rato en rato diversos chicos buscando ligar. Primero, en la lejanía, nos miraban y planeaban cómo acercarse, y luego, venían con aires de seguridad (o fingiéndolos) y con una primera frase más que estudiada.
La verdad que era divertido verles llegar todo chulitos e irse al de unos minutos derrotados porque pasábamos de ellos. Y hay que reconocerles el valor. Además, cuando veían que no había manera, desistían y se marchaban de forma respetuosa. A mí me hacía mucha gracia ese ligoteo constante y me subía un poquito la autoestima (y algunos eran muy graciosos con sus bailoteos exagerados XD); no así a dos de mis amigas, que andaban escandalizadas con el «acoso y derribo» de los franceses.
Nos sorprendió bastante también cuando vimos que muchos de ellos (chicas, incluidas), gran parte de l@s que vestían el «uniforme oficial» blanco y rojo, llevaban escrito su estado civil en la espalda. Tipo: «10 meses con mi novio», «futuro marido», «felizmente casado»… Escrito a rotu, en la parte de atrás de la camiseta.
Y por supuesto, los solteros. Que ponían en grandes letras negras la palabra «SOLTERO» o «SOLTERA» en su espalda y debajo su número de teléfono y datos de contacto. Había uno incluso que tenía puesto que era soltero en varios idiomas, para que no hubiera duda. Un crack… Jajajaja.
Cuando ya llegó la hora de marchar, que a todo esto el último bus de Bayona a Vieux-Boucau era a las 4 de la mañana (que es el equivalente a las 8 de la mañana de España en «demacración»), nos fuimos yendo a la estación de autobuses. Decidimos marcharnos al de las 3 porque, a parte de que el bus tardaba casi 2 horas en llegar, no nos fiábamos de que el último estuviera lleno y no pudiéramos volver, viendo el espectáculo del bus de ida.
Nos pusimos a esperar en la parada que el autobusero del bus de ida nos había indicado que era el lugar de donde salía el autobús de vuelta de Bayona a Vieux-Boucau. Habíamos ido con un cuarto de hora de margen, pero pasaban los minutos y nuestro bus no llegaba. Cuando ya faltaba un minuto para las 3, preguntamos, ya que nos parecía raro que aún no hubiera llegado, y resulta que la parada estaba en la otra maldita punta de la estación.
El c***** del autobusero de la ida nos había indicado mal la parada de vuelta, a mala leche a más no poder, porque nos había dicho que ésta estaba justo en la parte contraria a la que estaba realmente.
Nos recorrimos corriendo toda la estación, de punta a punta, porque ya eran las 3h, cuando de repente vimos que nuestro autobús estaba saliendo ya. Desesperadas, sin gotita de ganas de esperar otra hora allí a merced de más tíos pesados pidiendo besitos «de chicas guapas», tal cual lo cuento; nos plantamos en mitad de la salida haciendo gestos y pidiéndole al autobusero que parara por Diosss.
El conductor tuvo misericordia y paró, lo que provocó nuestro alivio. Alivio que desapareció al subir al autobús y descubrir, no sólo que éste estaba lleno y que tendríamos que ir de pie otra vez, sino que los franceses allí presentes tenían todavía ganas de cachondeo y de reírse un poco de las únicas españolas de todo el autocar.
Nos recibieron al cántico de «Despacitooo», algo que no dejaba de repetirse allá dónde íbamos en el sur de Francia, pero la canción se quedó ahí, porque ninguno se sabe ninguna frase más. Bueno, uno sí. Corrijo. El más «políglota» del lugar, se arrancó con un par de frases más de «Despacito», que decidió acabar con un «chupa mi polla». Innovador él.
El vacile siguió, y me hervía la sangre, porque era la única que estaba entendiendo las burradas que nos estaban diciendo, pero hacía como que no sabía hablar francés, por no entrar al trapo en minoría.
Un francés que iba sentado enfrente de mí, en conversación con una amiga suya, decidió evaluar «en mi cara» si yo le gustaba, mirándome de arriba a abajo y concluyendo que sí tendría sexo conmigo (por decirlo finamente), pero que quizás era «demasiado joven para él». Por su parte creo que no tendría más de 30 años, pero me congratulé de que pensara que yo era demasiado joven, para que no me diera la tabarra. No obstante, acabó molestándome igualmente, y mandándome callar al final, cuando descubrió que yo no quería seguirle el rollo y le mandé a paseo.
Gracias a Dios, cuando el jolgorio generalizado cesó, y dado que el viaje fue de casi hora y media (menos que a la ida, de todas maneras), el susodicho se durmió y me dejó en paz. Sin embargo, un amigo suyo, del estilo, se picó porque «las españolas» seguíamos hablando entre nosotras (un poco a mala leche, la verdad) y él quería descansar, y empezó a insultarnos, a nosotras, al País Vasco, a España y vete a saber a quién más.
Lo cierto que en ese momento el resto del autobús se portó y le recriminaron, entre gritos, que era un gilipollas y que se callara. Que una cosa es el vacile de «Despacito» y otra cosa, los insultos xenófobos. Lo cual se agradece. En ese momento, el chaval se calló y no volvió a decir nada más. Eso sí, no dejó de mirarme mal durante todo el viaje, incluso si yo no hablaba y lo hacían mis amigas, pues concentró todo su odio «español» en mí, al detectar, aunque yo fingía que no entendía, que era la única que sabía francés.
Una vuelta super cómoda y agradable, vaya.
Cuando «mis amigos franceses» se bajaron en su pueblo, que de noche no sé cuál sería, respiré aliviada y además, pudimos sentarnos en su sitio. Madre mía, qué descanso… Jajajaja.
Sin embargo, ahora venía lo más complicado, pues nuestra parada de bus se encontraba, como a la ida, a las afueras del pueblo, en una zona boscosa. Y como es comprensible, casi a las 5 de la mañana, ir andando por allí nos daba reparo. Rezamos para que el conductor quisiera pararnos en el centro del pueblo, pues en realidad no tenía que desviarse del camino.
Como vi que el hombre estaba hasta las narices de todo, me acerqué a él con mi mejor sonrisa y modales. Y al final… Coló, el señor aceptó y paró en el centro del pueblo. Lo que aprovechamos, no solo nosotras, sino buena parte del autobús. Mis amigas me quisieron mucho en ese momento, ya que por fin, ¡podíamos ir a dormir! Jajajaja. Finalmente, a las 5h o así, después de toda la aventura.
Y hasta aquí el post de hoy. ¿No os habéis cansado sólo de leerlo? Jajajaja. Pero no penséis que aquí acaba todo. El próximo post tratará sobre lo que pasó la noche siguiente a ésta, que yo creo que es la parte más divertida de todo el viaje. ¡Imaginaros!
Pero eso será en el próximo post. Como os dije, este mini-viaje a Las Landas dio lugar a horas y horas de anécdotas ;P
¡Hasta la próxima!
muy divertido, para haber estado 🙂
Una aventura para contar 😉
Vaya, veo que hay idiotas sueltos por todo el mundo… pufff
¡Besotes!
Sí, de eso hay por todas partes, sin distinción de raza, lugar de nacimiento, etc. etc. ¡Besos!
Nice …Keep posting
I’ll do it! 😉
Reblogueó esto en Site Title.
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