BRETAÑA II: RENNES Y ALREDEDORES (VERANO 2013)

Día 4: NANTES-FOUGÈRES-RENNES

1. CARQUEFOU (HOTEL)-NANTES (CENTRO)

Sin desayunar todavía nos desplazamos a ver las Galerías Pommeraye DCF compatable JPEG Img, que se me antojan algo típico que no hay que dejar de ver cuando uno visita Nantes (he leído demasiados blogs de viajes jajajajaja) Las están reparando y eso las desluce un poco, pero lo cierto es que las figuras de chocolate que asoman desde el primer escaparate son todo un espectáculo… Después de esta mini-visita, ¡a desayunar! Vamos a una boulangerie en la que la dependienta es una borde de cuidado. Después de desayunar, nos despedimos de Nantes, la ciudad relajada por excelencia… Fijaros lo tranquila que será que en las tiendas pone que abren a las 10 pero a las 10 por Nantes no está ni el apuntador. En cambio, a las 18.30 ya te miran mal si entras a una tienda…  Aun así, Nantes me ha cautivado con esa atmósfera especial (y relajada)

2. NANTES (CENTRO)-FOUGÈRES

La ciudad de Fougères es, sin duda, una de los lugares más bonitos y que más me han gustado de mi viaje a Francia de este verano. Para que os hagáis una idea, las anotaciones que escribo en mi agenda sobre Fougères son las siguientes: “PRE-CIO-SO, tanto la parte alta y sus jardines como la parte medieval con el castillo; todo muy currado para los turistas (muchos carteles, los jardines super cuidados) y muy buen ambiente (no está masificado) Me encanta” Creo que estas notas lo resumen todo… Pero sigo: “Visita al chateau más que recomendable para todos (detalles para niños), iglesias de ambos barrios grandes en tamaño y en belleza, los jardines de la parte alta maravillosos y con unas vistas magníficas: GENIAL” No more comments needed… fougeres

Comemos dentro del coche en un parking al lado del castillo (que por cierto al castillo hemos entrado por un euro menos de lo que debíamos, al adjudicarnos la chica que vende las entradas un PASS FAMILLE que no nos corresponde porque yo soy mayor de edad) y tiramos para Rennes deleitados aunque medio deshidratados (¡qué calor!)

3. FOUGÈRES-RENNES (HOTEL)

Para contribuir a nuestro mareo por el calor, el hotel de Rennes es difícil de encontrar (está en una calle sin número y a las afueras) y tenemos que dar un par de vueltas hasta encontrarlo… Al fin, aparece. Y gracias a Dios, es un hotel con piscina. Nada más llegar, nos damos un bañito reparador (en mi agenda lo resumo así: “Piscina: Yujuju”, se ve que el calor ya me está afectando) El hotel, en general, está bien y es muy parecido al anterior (si me apuras un poco peor) Sin embargo, el personal es algo borde y me da la sensación de que se cachondean de nosotros por ser españoles… Lo dejamos pasar, y tras ducharnos y arreglarnos un poco, nos vamos a ver el centro de Rennes.

4. RENNES (HOTEL)-RENNES (CENTRO)

La gente de Rennes (incluidos los recepcionistas del hotel) es bastante borde. Te atienden y eso, pero parece que lo hagan todo de mala gana. En la oficina de turismo, no te solucionan nada y lo único que hacen es ofrecerte un mapa de la ciudad (en el que se describe un recorrido para hacer a pie cada uno por su cuenta y así poder ver los monumentos más importantes de Rennes) que encima cuesta 0,20 euros (ésta es la primera que pagamos en Francia por un mapa en la oficina de turismo) La verdad es que el recorrido que propone el mapa está bastante bien organizado y en dos horas se puede ver lo más importante de Rennes pasando por las calles más representativas. Al menos, son veinte céntimos bien aprovechados. Lo que más me gusta de Rennes (que en verdad es una ciudad bonita) no son las iglesias, ni las plazas, ni el enorme jardín de Thabor, etc., que también, sino las callecitas plagadas de las típicas casitas bretonas de las que hablé en el post anterior. También me gusta especialmente la plaza del Ayuntamiento con la Ópera a un lado y la Casa Consistorial al otro.

Rennes, como  Nantes, me parece una ciudad bohemia y con gente alternativa, pero con mucha más actividad y movimiento. Eso sí, a las siete de la tarde (al igual que en Nantes) todo  se vacía y no queda nadie salvo en las zonas de restaurantes (plaza Saint Michel, calle Saint Georges y poco más) Lo único que anima un poco la cosa es un espectáculo que hay en  verano a las 22.30 horas (¡qué tarde para ellos! Como se nota que es para turistas…) en la plaza del Parlamento. Dura media horita, pero merece la pena esperar para verlo (nosotros tras cenar dos pizzas quemadas, y caras, para tres en la plaza Saint Michel nos dedicamos a pasear en la penumbra durante una hora)

El espectáculo, que congrega a bastantes turistas, consta de dos partes. En una primera parte, una moderna Ana de Bretaña digital, convertida en DJ, es proyectada en la fachada del Parlamento e invita a la gente a bailar (sin mucho éxito) y a interactuar con ella durante unos minutos. Después, la segunda parte (la más bonita) consiste en un espectáculo digital con luces y animaciones proyectadas también sobre la fachada del Parlamento y que te va contando la historia del Parlamento. La animación y las luces están muy trabajadas y te muestran como era el Parlamento en las diferentes épocas por dentro y por fuera… ¡Muy chulo!

5. RENNES (CENTRO)-RENNES (HOTEL)

Al volver al hotel, me muero de hambre y comparto un Toblerone del mini bar con mi madre. Aunque eran caras, las pizzas quemadas no me han llenado en absoluto.  Después, con el estómago calmado, nos vamos a dormir, que al día siguiente hay que volver a madrugar.

Día 5: MONT SAINT-MICHEL-SAINT-MALO-DINAN

1. RENNES (HOTEL)-MONT SAINT-MICHEL

El parking de al lado del Mont Saint-Michel cuesta 12 euros, independientemente del tiempo que te quedes allí. Para compensar, las navettes al Mont son gratis. Hay que ir pronto a visitarlo (sobre las 9 y media) porque, aunque siempre hay turistas, todavía es una cantidad moderada. Una vez allí, hay más de trescientas escaleras (empinadas) a la abadía… ¡Una pasada! En la oficina de turismo, te informan de que hay visitas guiadas a la abadía en distintos idiomas según las horas. En español, hay varias al día. Nosotros hicimos la visita a la abadía en español a las 10 y media, con un guía rubio guapísimo (por cierto) La visita, muy interesante, dura 1h y media más o menos y está muy bien porque la abadía es impresionante. El Mont Saint-Michel (y no digamos la abadía) a las 12 o antes se empieza a petar de gente y acaba siendo HORROROSO (hay más gente que en la guerra) Y si encima hace calor… La verdad es que el Mont tiene su encanto, pero cuando llega toda esa gente es difícil verlo… La postal la completan las muchísimas tiendas de recuerdos y restaurantes que allí hay. Compro una Coca-Cola para no deshidratarme y un recuerdo para un amigo y nos vamos. La vista del Mont Saint-Michel desde lejos, ahí plantado en mitad de la nada, tan impresionante, es algo mágico… MONT

2. MONT SAINT-MICHEL-SAINT MALO

Saint Malo es una ciudad costera no tan “ciudad medieval” como Fougères o Dinan. Bueno, en realidad, Saint Malo tiene un poco de todo, sobre todo comercios y tiendas de comida a todo precio (es buena parada para comer), pero también un enorme puerto, playa, murallas, etc. Y hasta un tren chu chu (que lamentablemente no cogemos)… Sin embargo, lo que más me gusta de Saint Malo es su buen ambiente con animación en la calle, bastante gente pero sin agobiar, etc. En Saint Malo también existe la posibilidad de coger barcos a diversos lugares. Así, no se debe dejar de visitar en Saint Malo la ciudad intra-muros (con sus restaurantes, playa, tiendas de souvenirs y ropa…) y el puerto. Por cierto, en el centro de la ciudad intra-muros hay una heladería con una cola enorme a todas horas, que vende un helado buenísimo, de otro mundo. Según mi padre, el mejor helado que ha comido en su vida. Y ya es mayorcito…

3. SAINT MALO-DINAN

El casco histórico de Dinan no es muy grande, pero sí antiguo y cuenta con su chateau de rigor, que además está muy bien conservado… Como ya estamos exhaustos, montamos en un tren chu chu con un recorrido muy lucido que te lleva a los lugares más importantes de Dinan. El viaje en tren dura casi una hora, puesto que el recorrido es grande, ya que incluye el casco histórico, el puerto de río, etc. A destacar, el citado puerto de río, precioso, con varios restaurantes para comer. En el casco antiguo, también hay muchos restaurantes y comercios (artesanales sobre todo), que se entremezclan con los monumentos y edificios destacados de Dinan. A mi familia y a mí nos gusta mucho. Es interesante también ver la diferencia entre el puerto de río de Dinan (más coqueto) y el enorme puerto de mar de Saint Malo.

4. DINAN-RENNES (HOTEL)

Cansadísimos, hacemos la vuelta en coche al hotel (que dura poco más de media hora) Aprovechamos que el viaje es corto para darnos un baño en la piscina sobre las ocho de la noche, con los demás huéspedes cenando en la terraza del restaurante del hotel a dos metros de nosotros. Me pongo a nadar y a bucear con estilo, porque ya que tenemos público, pues por lo menos que se noten mis años de nadadora en el colegio… Jajajajaja. Vamos a cenar al McDonald’s que hay próximo al hotel (como en Nantes), en el que la que atiende quiere ensayar su speaking de inglés conmigo de modo que ella me pregunta en inglés y yo le respondo en francés en una situación un poco cómica. Después de cenar, vemos un poco TVE en el hotel (la única cadena española que se ve) y a dormir.

Día 6: QUIMPER-BREST-CONCARNEAU

1. RENNES (HOTEL)-QUIMPER

Buff, hoy hay dos horas y veinte minutos de viaje hasta Quimper. No obstante, merece la pena. Cuando llego, Quimper (con su enorme catedral) me parece un pueblo encantador. Pero mientras estoy en el coche esperando a llegar, maldigo los horarios franceses en los que hay que madrugar y luego a las 19 h está todo cerrado. A la entrada del casco antiguo de Quimper, hay un par de parkings baratos. Una vez en el casco, lo primero que nos encontramos es la impresionante y ¡enorme! catedral QUIMPER, que contrasta con sus pequeñas callecitas. El casco histórico es super coqueto, que hasta hay para montar en poni y en calesa. En una pequeña pastelería de Quimper me compro un bollo de chocolate riquísimo, aunque un poco caro. Carísimo es también el mercado de Quimper (Les Halles) Me sorprende la cantidad de tiendas de zapatos que hay por las callecitas de Quimper. Mira que he visto cascos antiguos hasta ahora, y los que me quedan… Pero he de reconocer que el de Quimper es realmente bonito.

2. QUIMPER-BREST

De Quimper a Brest hay otra horaza de viaje. No es una parada planeada de antemano pero la hemos incluido porque hemos visto Quimper bastante rápido. Hace un calor y un sol increíble. En la oficina de turismo de Brest (con su ubicación perfectamente indicada en los carteles) te explican absolutamente de todo (¡qué diferencia con la de Rennes!) y se ve a las encargadas super motivadas. En Brest hay varias cosas que ver. Para empezar, un enorme puerto y un montón de tiendas de todo tipo en el famoso paseo de Siam. De hecho, nosotros en un Carrefour del paseo compramos algo de comida para ahorrar. Lo que más me gusta de Brest es que aúna antigüedad (chateau, torre) con modernidad (esculturas, puerto) perfectamente. Pese a que el calor que hace es insoportable y el cansancio ya hace mella, ha merecido la pena esta parada inesperada. Y encima, el parking (junto a la oficina de turismo) es barato. La pena que tenemos es que hay muchas más cosas que ver en Brest que no nos han dado tiempo: los jardines, el Acuópolis, etc. Comemos lo que hemos comprado en el Carrefour en un área de descanso a la salida de Brest.

3. BREST-CONCARNEAU

Entre el calor, el cansancio y el hambre me estaba muriendo, menos mal que hemos comido… Concarneau es como dos pueblos distintos, el antiguo y el moderno. El antiguo (Ville Close) es muy turístico, pequeñito, con varios espectáculos callejeros y bastantes tiendas de recuerdos muy chulas. Se puede coger un barquito en la Ville Close que te da un paseíllo. En la parte moderna, está el tren chu chu con el que se va viendo las pequeñas playitas. La oficina de turismo está justo entre la parte moderna y la antigua. Mi madre dice que la Ville Close de Concarneau es como un cuento, demasiado preparada para los turistas. A mí en cambio me parece encantadora. Para gustos, los colores…

4. CONCARNEAU-RENNES (HOTEL)

No quiero ser pesada, pero ¡qué cansada estoy! Tomamos una Coca-Cola y volvemos al hotel en Rennes. Estamos exhaustos y vamos a un italiano de un centro comercial que hay al lado del hotel para no comer otra vez bocadillo o McDonald’s. Es algo más caro pero está riquísimo y se agradece otra cosa distinta… Después, planeamos un poco lo que vamos a hacer el día siguiente, nos duchamos y a dormir con los puños cerrados.

Éste es otro fragmento de nuestro viaje a Francia sobre la zona de Bretaña… ¡En el próximo post ya hablaré de Normandía!

¡Hasta la próxima!

Acerca de AGRO

Me gusta aprender. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que viajando?
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